Ciudades más bonitas de Turquía y lugares que visitar en Turquía
1 – Estambul
Una ciudad mágica en la que, con la facilidad de un ferry, usted puede cruzar de Europa a Asia en menos de una hora. A diario, una flotilla de barcos transporta a los lugareños por el Bósforo y por el mar de Marmara, haciendo sonar sus estruendosas sirenas al pasar. Por la mañana, surcan las aguas en compañía de barquitos de pesca y gigantescos barcos de contenedores, vigilados por bandadas de escandalosas gaviotas. Al ponerse el sol, los minaretes y las cúpulas bizantinas del casco antiguo se dibujan sobre el cielo rosado, creando una de las más mágicas vistas de la ciudad. Un paisaje del que nunca se aburrirá.
Algunas ciudades históricas son la suma de sus monumentos, pero otras, como Estambul , son mucho más que eso. En Estambul pueden visitarse iglesias bizantinas y mezquitas otomanas, comprar en tiendas elegantes por la tarde y salir a caminar toda la noche por locales nocturnos con mucho glamour. En pocos minutos puede ser testigo de las llamadas a la oración desde los minaretes del casco antiguo, de las estruendosas sirenas de los ferries que navegan entre Europa y Asia, y los gritos del vendedor ambulante de turno que anuncia sus productos frescos a todo pulmón. En otras palabras, esta maravillosa metrópoli es todo un ejercicio de seducción sensorial.
3 – Antalya
Antaño considerada únicamente como la puerta de entrada a la Riviera turca, Antalya es hoy en día un destino por sí misma. Situada en el golfo de Antalya (Antalya Körfezi), la ciudad turca más grande del oeste del Mediterráneo es bonita y elegantemente moderna. Cuenta con el maravillosamente conservado barrio antiguo de Kaleiçi (literalmente “dentro del castillo”), un espléndido puerto de la época romana y uno de los mejores muesos de Turquía. En las circundantes Bey Dağları (montanas Bey) hay fantásticas ruinas. En los últimos años, en Antalya han aparecido hoteles-boutique de calidad internacional y con una buena relación calidad-precio. Para los amantes de la fiesta, hay varios y excelentes bares y discotecas, mientras que la temporada de ópera y ballet en el anfiteatro Aspendos sigue atrayendo un gran interés.
A la ciudad se le puso el nombre de Attaleia en honor a su fundador en el s. II a.C., Atalo II de Pergamo. Attaleia pasó a estar bajo dominio romano en el ano 133 a.C. y, cuando el emperador Adriano visitó la ciudad tres años después, entró a través de un arco de triunfo (actualmente conocido como la puerta de Adriano) construido en su honor. Los bizantinos se la arrebataron a los romanos, pero en 1206 los turcos selyucidas, con sede en Konya, se apoderaron de la ciudad y le dieron un nuevo ícono: el Yivli Minare (minarete Acanalado). Antalya cayó en manos de los otomanos en 1391. Tras la Primera Guerra Mundial, los aliados se repartieron el imperio otomano y Antalya fue cedida a Italiaen 1918. En 1921 fue liberada por el ejército de Atatürk y convertida en capital provincial.
4 – Éfeso
Es el lugar donde mejor se ve cómo era la vida en tiempos grecorromanos. En su momento de mayor esplendor, Éfeso era la capital de la provincia romana de Asia, con más de 250 000 habitantes. Se rendía culto a un avatar de la fertilidad de la diosa Artemisa, y sus fervientes devotos construyeron un templo en su honor; el más grande del mundo, que se convirtió luego en una de las Siete Maravillas del mundo antiguo. Hoy en día, un 18% de la antigua ciudad ha sido desenterrada para el público tras casi 150 años de excavaciones.
Cuenta la leyenda que el jonio Androclo, bajo el ataque constante de los invasores dorios procedentes del norte, decidió buscar un lugar lejano dónde establecerse para proteger a su pueblo. Por ello, empaquetó sus pertenencias y visitó el oráculo de Delfos para que guiara su búsqueda. El oráculo le dijo, con su habitual lenguaje críptico, que fundaría su nueva ciudad gracias a tres elementos: el pescado, el fuego y el jabalí.
5- Pamukkale
Famoso por su intrincada serie de terrzas de calcita y coronado por las elaboradas ruinas de una ciudad balneario romana, el “castillo de algodón”, un espejismo de blancura durante el día y una pista de esquí para extraterrestres por la noche. Es uno de los tesoros más insólitos de Turquía. Tras subir de puntillas por las cristalinas terrazas de travertino, el visitante puede disfrutar, al llegar en lo alto, de un refrescante chapuzón en la antigua piscina de Hierápolis entre columnas caídas y espectaculares frisos.
Pamukkale tiene dos atractivos principales: los blanquísimos travertinos (comunmente llamados “terrazas”) y las ruinas de Hierápolis, ambos situados en un gran complejo ahora protegido como parque nacional, en lo alto de la colina blanca que domina la polvorienta aldea.
Travertinos: El punto algido de la visita a Pamukkale, es el conjunto de travertinos en terrazas que se extienden por la ladera de la blanca montaña como una escalinata construida para un gigante. No pueden pisarse sin quitarse el calzado, requisito ferozmente defendido por un guardia de seguridad, que avisará con su furioso silbato a los infractores. Quienes tengan los pies delicados pueden ponerse un par de calcetines viejos, ya que algunas piedrecitas son bastante puntiagudas.
Hierápolis: Las ruinas de Hierápolis evocan maravillosamente la vida en los primeros siglos de la era moderna. Aquí, elementos paganos, romanos, judíos y cristianos primitivos contribuyeron a crear una cultura característica de Anatolia. Fundada hacia el 190 a.C. por Eumenes II, rey de Pérgamo, Hierápolis fue un centro terapéutico que prosperó bajo los romanos e incluso más, bajo los bizantinos, cuando se desarrolló aquí una nutrida comunidad judía y una congregación de cristianos primitivos. Por desgracia, una serie de sismos recurrentes afectaron la ciudad, que fue abandonada en 1334 tras un terremoto especialmente desastroso.
6 – Bodrum
Esta ciudad, que es el corazón de la region y ha dado nombre a toda la península, ha sido un punto en el mapa desde hace miles de años. Su fama inicial se debió al Mausoleo, la espectacular tumba del rey Mausolo de Caria que, según el historiador romano Plinio el viejo, era una de las Siete Maravillas del mundo. Hoy en día su fama se ha extendido por toda Turquía, y más allá, como selecto paraíso donde bronceados viajeros consumen, bailando, las aircadas noches de verano.
Mucho antes de que Bodrum se convirtiera en sinónimo de lujo, la zona estaba muy mal considerada y fue incluso una penitenciaria informal para exiliados. Quienes hablaran mal de la nueva república o actuaran en su contra eran castigados, enviándoles en barco hasta aquí. Varios miembros destacados de la élite intelectual de la época fueron unos de ellos, incluido el “Pescador de Halicarnaso”, que acunó el término mavi yolculuk (viaje azul). El Pescador estaba tan prendado de Bodrum que prefirió quedarse cuando finalizó su exilio.
7 – Fethiye
En 1958 un terremoto arrasó la ciudad portuaria de Fethiye, salvándose únicamente los restos de la antigua Telmeso. Más de medio siglo después vuelve a ser un próspero centro en crecimiento del oeste del Mediterráneo. Fethiye también es una ciudad increíblemente discreta dado su tamaño, debido sobre todo a las restricciones sobre la construcción de edificios altos y a la naturaleza transitoria de los viajeros que llegan en gület.
El puerto natural de Fethiye quizá sea el mejor de la región, resguardado en la parte sur de una gran bahía salpicada de bonitas islas, entre las que destaca Şövalye Adası. Unos 15 km al sur está Ölüdeniz, uno de los lugares costeros más concurridos de Turquía, y el paisaje de los alredederos esconde muchos sitios interesantes para explorar, incluida la ciudad fantasma de Kayaköy (o Karmylassos), al otro lado de la colina.
La tumba de Amintas es la fachada en roca del año 350 a.C. Al sur del centro, lo mejor es visitarla a la puesta de sol. Hay otras tumbas más pequeñas excavadas en la roca, unos 500 m al este. En la ciudad se pueden ver curiosos sarcófagos licios de piedra que datan de alrededor del año 450 a.C. Hay uno al norte del belediye (ayuntamiento) y otros en medio de las calles (por ejemplo, de camino a Kayaköy). Todos ellos fueron profanados hace siglos por saqueadores de tumbas.
8 – Bergama (Pérgamo)
Una ciudad pequeña con un mercado que se ha convertido en una parada importante en las rutas turísticas por su proximidad a unos significativos restos arqueológicos, en este caso, Pérgamo, sede del Asclepion, el preeminente centro médico de la antigua Roma. Pero el Asclepion y la fantástica acrópolis no atraen tantos visitantes como Éfeso, lo que confiere a Bergama.
un ambiente agradable y apacible. Por ello, muchos visitantes acaban prendidos de este pueblo en el que el esplendor clásico tiende la mano al ritmo lento de la vida diaria. Está poblada desde la época troyana, pero su apogeo se produjo entre el reinado de Alejandro Magno y la dominación romana de Asia Menor, cuando fue uno de los pequeños reinos más ricos y poderosos de Oriente Próximo.
Pérgamo debe su prosperidad a Lisimaco, un general de Alejandro Magno que pasó a controlar la mayor parte del Egeo cuando el extenso imperio se vino abajo tras la muerte de Alejandro en el 323 a.C. Durante las guerras que se sucedieron por hacerse con el mando, Lisimaco consiguió un gran tesoro, valorado en más de 9,000 talentos de oro, que confió a su comandante en Pérgamo, Filetero, antes de partir a luchar contra Seleuco por el control de Asia Menor. Pero Lisimaco perdió y fue asesinado en el 281 a.C., tras lo cual Filetero se autoproclamó gobernador.
Acrópolis: la carretera que sube hasta la acrópolis serpentea a lo largo de 5 km desde la basílica Roja hasta un sitio de aparcamiento en lo más alto, al lado del cual hay varios puestos de recuerdos y refrescos.
Asclepion, era un antiguo centro médico fundado por Arquias, un ciudadano de Pérgamo que había sido curado en el Asclepion de Epidauro(Grecia). Los tratamientos incluían baños de barro, hierbas y ungüentos, enemas y baños de sol. A menudo, el diagnóstico se hacía a traves de la interpretación de los sueños.
9 – Troya(Truva)
Hay que decir que, si no fuese por el nombre y sus legendarias connotaciones, éstas serían unas de las muchas ruinas olvidadas y descuidadas de Turquía. Entre todos los lugares de interés histórico del país, los restos de la gran ciudad de Troya están entre los menos impresionantes. A diferencia de las maravillas arqueológicas de Éfeso y Pérgamo, aquí se necesita una buena dosis de imaginación para reconstruir el antiguo esplendor de la ciudad. Aún así, para los aficionados a la historia y los admiradores de La Iliada de Homero, es un sitio de visita obligada, y el caballo de madera resulta gracioso. Conviene visitarla en días laborables, pues es un popular destino de fin de semana de excursiones de estudiantes.
Los primeros pobladores se asentaron aquí al inicio de la Edad del Bronce. Las ciudades llamadas Troya I y Troya V(3000-1700 a.C.) compartían una cultura similar, pero la influencia micénica hizo de Troya VI(1700-1250 a.C.) una ciudad diferente, el doble de grande y con un próspero comercio con las colonias griegas de la región. Los arqueólogos no se ponen de acuerdo en si fue Troya VI o Troya VII la ciudad que el rey Priamo embarcó en la célebre guerra. La mayoría cree que fue Troya VI y que el terremoto que destruyó las murallas en 1250 a.C. precipitó la victoria aquea.
Puntos de interés: Ruinas de Troya, Caballo de Troya, Casa de las excavaciones, Jardín de Pithos, Torre de Troya VI, Murallas de Troya II y III, Templo de Atenea, Megaron.
10 – Didima
Hubiera podido ser una de las Siete Maravillas del mundo antiguo, pero sus 122 columnas sólo lo convirtieron en el segundo más grande del mundo, después del de Artemisa cerca de Éfeso. El nombre correcto de Didima significa “gemelo” y la ciudad fue muy importante en sus días, con la presencia de un oráculo cuya influencia sólo estaba superada por el de Delfos. Sin embargo, la antigua Didima no fue nunca una verdadera ciudad, puesto que sólo estaba habitada por los sacerdotes consagrados al templo. En cambio, ahora sí es una población con las ruinas del templo acosadas por todos lados por pensiones, tenderetes de alfombras y restaurantes.
11 – Priene
Es una de las ciudades antiguas más exocadoras de Turquía. Encaramada en lo adas de las accidentadas laderas del monte Mykale, cerca del pueblo de Güllübahçe, presenta una estética aislada y barrida por el viento y contrasta fuertemente con el gentlo y el mercantilismo de Éfeso. Fue considerada una localidad destacada hacia el año 300 a.C. por ser la sedede la liga de Ciudades Jonicas, que celebraba aquí sus congresos y fiestas.